El 31 de julio, Paul Atkins, el nuevo presidente de la SEC de EE. UU., pronunció un discurso titulado “El liderazgo de Estados Unidos en la revolución de las finanzas digitales”, en el que anunció una nueva iniciativa: “Project Crypto”.
Aunque el anuncio aún no ha acaparado los titulares de los grandes medios, podría convertirse en uno de los hitos más transformadores para el sector cripto en 2025.
En enero, cuando Trump regresó a la Casa Blanca, prometió convertir a Estados Unidos en la “capital mundial de las criptomonedas”. Entonces, muchos lo vieron como simple retórica electoral y todo el sector aguardaba si Trump cumpliría o si era otra promesa vacía.
Ayer conocimos la respuesta.
Project Crypto parece ser la primera acción relevante de la agenda pro-cripto de Trump.
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Pese a los numerosos análisis detallados que circulan sobre la nueva iniciativa, no los repetiré aquí. Considero que el punto más relevante es que permite a las entidades financieras lanzar “super apps”, integrando compraventa de acciones, cripto, servicios DeFi y otras funciones, todo en una única plataforma.
Pensemos si la app de J.P. Morgan permitiera comprar acciones, negociar Bitcoin y acceder a productos DeFi de rentabilidad, todo desde un único lugar—¿qué implicaría eso para el sector?
Solo ha hecho falta medio año para pasar de los eslóganes de campaña a la acción regulatoria y del “regulación por imposición” a aceptar activamente la finanza on-chain. Cuando el mayor mercado de capitales del mundo da un giro, puede redibujar por completo el contexto competitivo.
El concepto de super app en el discurso de Atkins nos recuerda a WeChat: una aplicación única para mensajería, pagos, inversión, seguros o incluso préstamos.
Esta experiencia integrada es habitual en China, pero en EE. UU.—país que presume de libre mercado—es prácticamente desconocida.
La razón es clara: las trabas regulatorias.
Para operar pagos en EE. UU. necesitas una licencia específica; para valores, la de broker-dealer; para préstamos, una bancaria. Y cada estado añade regulaciones adicionales.
Project Crypto ha logrado desbloquear este bloqueo normativo por primera vez.
Bajo este nuevo marco, una plataforma con licencia de broker-dealer puede ofrecer compraventa de acciones, trading cripto, préstamos DeFi, mercado de NFT y servicios de pago con stablecoins, todo bajo un régimen unificado de licencias.
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Para el sector cripto, este marco común es especialmente valioso, ya que encaja con la componibilidad propia de muchos productos cripto.
Podrías reinvertir los beneficios bursátiles automáticamente en Bitcoin, usar tus NFTs como garantía para obtener stablecoins y después invertir esas stablecoins en DeFi desde la misma interfaz, con los activos circulando de forma fluida en la blockchain.
Cuando los usuarios pueden operar con libertad en una única plataforma, la idea de una auténtica super app financiera Web3 integrada está al alcance.
La iniciativa de la SEC, en la práctica, marca el inicio de una nueva carrera en tecnología y finanzas.
Con el pistoletazo de salida de Project Crypto, las trayectorias de los actores del sector se separan.
Los gigantes cripto establecidos deben pasar de lograr “victorias fáciles” a afrontar una competencia feroz.
Brian Armstrong, CEO de Coinbase, probablemente mezcle alivio por dejar atrás los litigios continuos de la SEC con preocupación por el posible fin de la cómoda hegemonía de Coinbase.
Paradójicamente, el rigor de Gensler les dio ventaja en cumplimiento normativo, convirtiendo a Coinbase en la opción predilecta para EE. UU.
Con las puertas abiertas, ese “foso regulatorio” desaparece. Más aún: Coinbase debe transformarse de simple exchange a plataforma financiera integral. Esto implica lanzar compraventa de acciones (como Robinhood), servicios bancarios (como los grandes bancos) e integración DeFi (compitiendo con protocolos descentralizados). Todo en mercados dominados por actores sólidos.
Kraken y Gemini afrontan retos similares, aunque más complejos.
Al carecer de la escala y recursos de Coinbase para expandirse rápidamente, lo más probable es que acaben siendo adquiridas o centrándose en nichos.
Mientras las criptoempresas nativas defienden su terreno, los gigantes financieros tradicionales preparan su ofensiva.
J.P. Morgan es cualquier cosa menos escéptica con las cripto. Su JPM Coin gestiona miles de millones en transacciones diarias y la plataforma blockchain Onyx ya está consolidada. Ahora, J.P. Morgan puede lanzar servicios cripto para el público de forma legítima.
Goldman Sachs, Morgan Stanley, Bank of America: todos se preparan también. Poseen lo que desean las empresas cripto: amplias bases de clientes, capital enorme, excelente gestión del riesgo y, sobre todo, la confianza del público.
Cuando una jubilada estadounidense quiera invertir su pensión en Bitcoin, ¿confía en la app de su banco de toda la vida o en un exchange desconocido?
Aun así, transformar estos colosos financieros no es sencillo. La inercia burocrática, los sistemas informáticos obsoletos y culturas conservadoras pueden ser obstáculos. Las nuevas regulaciones suponen tanto oportunidad como reto para la banca.
También hay un reto para los protocolos DeFi como Uniswap, Aave y Compound.
Project Crypto protege explícitamente a los “publicadores de código puro”, lo que, en principio, beneficia a DeFi.
Pero, ¿qué ocurrirá si Coinbase integra directamente las funciones de Uniswap, o si J.P. Morgan lanza su préstamo on-chain? ¿Dónde queda el valor diferencial de los protocolos descentralizados?
Cabe esperar una escisión entre “capa de protocolo” y “capa de aplicación”: Uniswap seguiría como base de liquidez, mientras las super apps ofrecerían interfaz y servicios de valor añadido. Un papel esencial aunque invisible, como TCP/IP en la era de Internet.
Más radical aún: parte de los protocolos DeFi podrían centralizarse parcialmente—creando empresas, pidiendo licencias y adaptándose a la normativa a cambio de más mercado.
Aave ya prueba líneas para institucionales y Uniswap Labs es una entidad constituida. Los ideales de descentralización inspiran, pero cuando los competidores licenciados llegan a cientos de millones de usuarios, esos ideales se arriesgan a quedar en palabras.
Al final, DeFi podría bifurcarse: “puristas” que defienden la descentralización y “pragmáticos” que buscan crecer bajo el paraguas regulatorio. Ambas posturas pueden sobrevivir, pero tendrán públicos muy distintos.
Tres perfiles claros, tres caminos distintos. Lo único en común: nadie sigue en su zona de confort.
Ahora, todos deben redefinir su rol en el nuevo ecosistema.
Con todos entrando en la misma arena, ¿qué decidirá quién gana?
Lo primero: licencias.
Antes, el cumplimiento era un pozo sin fondo. Ahora puede convertirse en el mayor foso defensivo.
Project Crypto parece relajar requisitos, pero en realidad sube el listón. Las licencias de super app exigen superar los más altos requisitos regulatorios en valores, banca, pagos, criptomonedas y más. Solo los grandes pueden entrar.
El valor de una licencia está en el efecto red: si el usuario cubre todas sus necesidades en una plataforma, su coste de cambio se dispara. Como en la banca clásica: cualquiera podía pedir licencia, pero solo unos pocos crearon imperios.
Segundo: arquitectura técnica.
Las finanzas on-chain deben ofrecer la fluidez de Web2 junto a la soberanía de usuario de Web3. Es un reto mayúsculo.
La banca tradicional debe levantar infraestructuras cripto desde cero, mientras las criptoempresas deben igualar la fiabilidad bancaria.
La interoperabilidad entre cadenas es aún más difícil: ¿puedes transferir activos de Ethereum a Solana para DeFi en tres segundos? Cuando el mercado se estremece, ¿tu control de riesgo reacciona en milisegundos?
La deuda técnica implica riesgos relevantes.
Coinbase ha optimizado su plataforma para una función durante una década; convertirla en una suite integral no es fácil. Los sistemas bancarios heredados—algunos aún funcionan en COBOL—son aún más complejos. ¿Cómo conectarlos con blockchain?
Tercero: liquidez.
La liquidez es el rey en las finanzas, y en la era de las super apps lo es más.
Ahora, el usuario espera operar cualquier activo, en cualquier momento y cuantía, al instante. Eso implica integrar todos los mercados clave, agregar liquidez a escala global y maximizar la eficiencia del capital—¿cómo puede un mismo fondo servir a acciones, cripto y DeFi de forma fluida?
Cuarto: experiencia de usuario.
El factor más menospreciado. Donde funciones y precios convergen, la experiencia decide todo.
El reto: satisfacer segmentos opuestos. El usuario cripto veterano exige control total y datos on-chain; el convencional quizá no sabe qué es una frase semilla. Una app, dos filosofías—la gestión de producto será clave.
En síntesis: Project Crypto es el nuevo examen para el sector. Las licencias deciden qué puedes hacer. La tecnología, cómo lo haces. La liquidez, tu escala. La experiencia, tu alcance. Cada movimiento en este tablero multidimensional puede redefinir el mercado.
Con Project Crypto, todos quieren saber quién será el gran beneficiado.
Pero anticipar el futuro siempre es arriesgado. No hay garantías, solo tendencias incipientes. Los ganadores en la era de las super apps no serán iguales. Veremos tres modelos de éxito.
Primero: el modelo de alianzas.
Los líderes más astutos saben que la colaboración supera el camino en solitario.
Por ejemplo, Fidelity—un gigante con 11 billones de dólares en activos, que creó su división digital en 2018, pero apenas tiene cuota relevante en trading cripto minorista.
¿Qué pasaría si Fidelity se integra a fondo con una firma tecnológica cripto líder como Fireblocks? Sus 200 millones de clientes accederían sin fricción a cripto y el socio obtendría usuarios y confianza. No tienen por qué ser estos dos: alianzas del tipo “1+1>2” serán cada vez más habituales.
Segundo: el modelo de “proveedor de infraestructura”.
Proveer la infraestructura clave suele ser la apuesta de negocio más estable en sectores que crecen rápido.
En la era super app, las “palas” son la infraestructura central. Chainalysis es un ejemplo: gane quien gane, todos necesitan sus herramientas de cumplimiento. Estas empresas prosperan sirviendo a todos, manteniéndose neutrales e imprescindibles.
Tercero: el modelo especialista.
No hace falta ser una navaja suiza. Puede haber una plataforma solo para DAOs, otra especializada en financiación NFT. Mientras los gigantes construyen “todo en uno”, los especialistas se benefician de los nichos largos.
Sobre los perdedores: las entidades medianas y especuladores que se quedan en el medio tienen más riesgo.
Pensemos en los bancos regionales de EE. UU.: no tienen la escala de J.P. Morgan ni la agilidad de las fintech. Cuando los grandes ofrezcan servicios cripto completos, estos medianos quedarán fuera de juego.
En el ámbito especulativo, muchos proyectos han evitado la regulación con estructuras legales complejas—en Islas Caimán, gobernadas por DAO y proclamando “total descentralización”.
Project Crypto aporta claridad y eliminará esas zonas grises. O te descentralizas del todo (y aceptas menor liquidez y experiencia) o te sometes a la regulación (y asumes el coste)—pero ya no hay lugar para posiciones intermedias.
Desde la óptica empresarial, la ventana de oportunidad se cierra rápido.
Ser el primero es crítico en mercados basados en plataforma. Quien monte el ecosistema completo en los próximos meses podría convertirse en el próximo gigante criptofinanciero.
Cuando Steve Jobs presentó el primer iPhone en 2007, en Nokia lo desdeñaron—¿quién querría un móvil sin teclado? Dieciocho meses después, el juego de la telefonía había cambiado para siempre.
Project Crypto podría ser el “momento iPhone” de las finanzas cripto.
No porque sea perfecto, sino porque—por primera vez—las instituciones tradicionales pueden ver lo que es posible. Los servicios financieros pueden reinventarse; los activos tradicionales y cripto pueden converger; la regulación y la innovación pueden convivir.
Conviene recordar que el iPhone solo revolucionó el mercado tras lanzarse la App Store. Project Crypto es solo el pistoletazo de salida. El verdadero cambio llegará cuando el ecosistema madure.
Cuando millones de desarrolladores creen productos nuevos y miles de millones de usuarios adopten la finanza on-chain, llegará la transformación real.
Es demasiado pronto para extraer conclusiones.